Náufragos Celestes

miércoles, 25 de septiembre de 2019

En el Ocaso de la Vigilia...




Hay sueños que resuenan en nuestro interior, arañan las paredes de una prisión borrosa,
 se preguntan cuándo decidimos abandonarlos en aquél lugar donde no abriga la luz del sol, acaricia la brisa del mar ni reconforta el canto de la lluvia.
Sus quejas no se deben a un tipo de ansiedad,
a un anhelo ingenuo,
provienen de la certeza de su destino fúnebre.
Incontables noches los vimos crecer, dibujándolos sobre un lienzo de estrellas,
consumiendo horas en dotarlos de realismo;
 descartando lugares para vivir,
eligiendo un nombre bonito,
sonriendo al considerar detalles tan insignificantes como
el color de una pared, el diseño de una tetera,
el aroma del estudio.






Si prestas atención quizás escuches "¿Por qué no? ¿Qué pasó?"
Creeríamos que si les diésemos las respuestas al fin encontrarían paz,
pero no es así, se niegan a darse por vencidos
sin entender que hay situaciones en las que el mejor resultado
sigue implicando un gran dolor.
Reniegan porque una vez fueron parte de nuestro corazón,
conocen la naturaleza del fuego de la forja,
del calor que los creó.
¿Qué nueva invención los desplazó?
Yo les juraría que eso nunca sucedió, que ser responsables y seguir el código al que prestamos juramento
implica muchas veces dejar un vacío,
alejarse de la añoranza, de la calidez, de la suavidad,
y actuar conforme a lo creemos que es correcto,
sin conveniencia ni segunda intención,
aunque ésto implique navegar en un mar de desolación.
Les confesaría que cuando era chica forjé una imagen de mi misma
con la que intento coincidir aún hoy,
que ese ideal sueño es primordial y que alejarme de él sería alejarme de mí misma,
traicionar mi más pura esencia.
Ese es el sueño que vivo a diario y con el que deben batirse a duelo todos los demás.






 Me gustaría pensar que algún día -a diferencia de lo que suele ocurrir en esta realidad-
podrán escapar del abismo al que fueron lanzados.
Quizás yo este equivocada y esa sea la razón por la que reniegan después de todo,
quizás intentan recordarme algo que sabía pero elegí olvidar,
quizás esa esperanza sea la verdadera razón de estas letras,
que a pesar de no formar parte de los discursos,
de lo ordinario,
escucho su voz en el ocaso de la vigilia,
en la aurora de la fantasía;
quizás, de a poco, logren retirar el velo que cubre mi corazón,
y aunque todo haya cambiado,
al menos parte de ellos
pueda volver a su verdadero hogar.





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