Náufragos Celestes

lunes, 25 de enero de 2016

La deidad en el bosque



Inoue se había adentrado demasiado en el bosque, los rayos del sol luchaban por abrirse paso entre las copas de los árboles. Un olor a humedad y hojas podridas inundaba su olfato. Saltó el cadáver de un álamo  y acompasado al sonido de sus pies al tocar el suelo se escuchó el graznido de unas aves lejanas.
-¿Qué haces aquí?-preguntó una voz profunda. ¿Estas perdida?
-No, creo que no-respondió la joven intentando precisar de dónde salía la voz.
-¿Sabes dónde te encuentras?
-No, no conozco el nombre de este lugar pero conozco el camino a casa.
-...¡Huuuummmm!-retumbó la voz como si subiese de una caverna abismal- Cada lugar tiene sus reglas, su divinidad y sus secretos. ¿No sabes dónde te encuentras? Vas por ahí pisando tierra sagrada sin distinguirla del desierto estéril abandonado por los dioses.
-¿Eres el señor de éste lugar?
-Lo soy, y como tal declaro que tu presencia aquí es una profanación, un insulto al poder creador del equilibrio.
-¡No fue mi intención!-Exclamó Inoue sin saber bien dónde mirar. Un extraño sonido invadió el bosque al tiempo que los árboles parecían inclinarse sobre ella y luego alejarse. El terror se apoderó  de todas las criaturas dejándolas petrificadas, la vibración se disipó y dio lugar al silencio de los abismos.
 Más allá  de un campo de flores azules se encontraba un estanque cristalino desde el que emergió una sombra grotesca y enorme. Los ojos de Inoue quedaron fijos en la oscuridad que se posó  a escasos pasos de ella. 
-¿Lista para morir?-Dijo la bestia con una voz que no procedía de ningún lugar sino que parecía caer sobre el mundo entero y lanzó un zarpazo a matar.


El silencio se rompió, se deshizo como la garra de oscuridad se deshizo en el aire.
El resto de la sombra se achicó hasta no ser más grande que un lobo.


-Si-Respondió Inoue mientras envainaba suavemente su sable.-Estar lista para la muerte es estar lista para la vida. Dijiste que iba por ahí, sin reconocer tierra sagrada pero tú te olvidaste que lo más sagrado es la vida misma, que es más importante el "quién" que el "dónde" que cada ser tiene sus reglas, su divinidad y sus secretos. Todo criatura se encuentra inmersa en un incesante ritual, donde cada respiro es un sacrificio de inocentes, cada acto una ofrenda a la vida misma.
¿Qué tiene de sagrado un templo vacío?
Hablaste del desierto estéril sin saber que ese es mi hogar, que el agua del estanque donde te escondías es más sagrada allí que aquí. Incontables siglos habitaste esta tierra y no aprendiste a tener paciencia, como muchos fuiste rápido para castigar y no para enseñar.
-Te pido perdón- balbuceó la criatura- ¿Ahora me matarás?
-No, no tengo necesidad de hacerlo-respondió la joven y se agachó a acariciar a su atacante-Me quedaré contigo hasta que sanes. Luego, si así lo quieres, podrás acompañarme a mi hogar y entender lo que te dije antes.
La bestia miró a su alrededor y luego a los ojos de Inoue.
-Así lo querré...mi diosa.

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La necesidad es la madre de todas las cosas.