Náufragos Celestes

miércoles, 11 de marzo de 2015

Licantropía...


-Sabía que te encontraría aquí ¿Pero qué has...? Me facilitaste todo el trabajo.
-Podría decirse...
Diana examinó cada rincón del granero, cada sombra y recoveco que pudiese ser cómplice de Lawrence.
-Veo que no es una trampa-dijo ella caminando de un lado a otro ¿Qué pretendes atándote a ti mismo de esa manera?
Los ojos de Lawrence la seguían como hipnotizados.
-Traer un poco de justicia a este mundo corrupto y sangriento.
-Si no te conociera lo creería, creería en las portadas de los diarios y en las denuncias de las víctimas.
-Y a mi me gustaría conocerte mejor, en otra vida quizás...
Diana llevó su mano derecha a la cintura y sacó un revolver.
-Lamento que eso no pueda pasar. Debo confesar que por un momento dudé, mientras intentaba armarme de valor, recordando tu sonrisa en aquella tarde calurosa.
-Me halagas y déjame agregar, si es momento de confesiones, que me alegra que seas vos quien lo haga.
-¿Qué sea yo quien te halaga o que sea yo la que te quite la vida? 
-Ambas...
-Siempre serás un idiota sin remedio.
-Ese defecto nunca me ha quitado el sueño, de todos modos pronto no tendrás que soportarlo más.
Diana dio unos pasos hacia adelante apuntando a Lawrence al corazón.
-¿Te aseguraste de cargar balas de plata verdad? Ya no queda mucho tiempo.
-Las forjé yo misma.
Un vocerío comenzó a cobrar vida en las cercanías. Lawrence ladeó la cabeza para escuchar mejor.
-Ahora el final es definitivo.
-¿Al menos sabes lo que has hecho y por qué haré esto?
-Maté a dos personas, los encontraron despedazados en mi sótano. No fueron asesinatos premeditados, sino mera fatalidad azarosa...y es por eso que debo desaparecer de este mundo.
-Es un razonamiento justo, pero déjame decirte algo, esos asesinatos fueron premeditados.
-Una vez que me transformo no soy responsable de mis actos.
-Y tampoco los recuerdas. Tu único crimen fue conocerme a mí.
-¿Qué?
-Yo asesiné a esos hombres. 
La mirada de Lawrence se perdió en el suelo unos instantes, luego observó a Diana desconcertado.
-Es imposible...¿Por qué lo harías? ¿Acaso ellos te...?
-¿Violaron? Sería una buena excusa. El griterío del gentío llegaba ahora más fuerte.
Su crimen podría considerarse una violación, pero no de la carne, sino de la honra y la buena voluntad de una familia. Nunca había tenido el valor para enfrentar a esas inmundicias.  El destino quiso que la noche en la que los crucé saliera una luna llena tardía, pecaminosa, sedienta. Cuando recobré mis sentidos estaba en el sótano de tu casa, bañada en sangre impura y espesa. ¿No sabías de dónde provenía tu maldición verdad? Los antiguos escritos sobre licantropía no dicen nada sobre contagio por copulación en forma humana con un portador de la maldición, ahora eres testigo de las consecuencias.
-Ya veo...Eres al mismo tiempo víctima y victimario. No imaginé ese lado tuyo, ni creí que alguien así pudiera salirse con la suya.
-¿Salirse con la suya? ¿Crees que destruir la vida de tu ser más amado es una victoria, un salvamento?...¿Que solo la falta de amor es la causa por la que dos personas se separan?
-Aun así has venido a matarme.
-Vine a disculparme Lawrence...por lo que ha sucedido y está a punto de suceder, espero que tu alma pueda sobrellevar lo que viene y tenga piedad al recordarme. Te amo.
Diana disparó varias veces a una de las sogas que sostenía el brazo derecho de Lawrence, luego se llevó el arma al pecho y se quitó la vida. No tuvo el valor de confesarle que su último acto contenía algo de ese lado desconocido, rencoroso y ofendido. No le dijo que entre la chusma que se acercaba se encontraban las personas que más deseaba ver desaparecer del mundo y que él sería su máximo vengador.
Ni el diablo hubiese podido obrar la fechoría que la luna llena planeaba momentos después, filtrando su obcecada luz por una abertura en el techo.
 Cuando los hombres y mujeres entraron al ruinoso refugio vieron a una joven sin vida y una sombra que crecía en la oscuridad.






Lawrence había soltado la pala y miraba el atardecer enfrascado en sus reflexiones. Por momentos creía recordar la matanza, como conscientemente elegía a sus víctimas y las despedazaba. Sin embargo su arrepentimiento recaía en la chica que acababa de enterrar...a la cual ya no iba a poder besar y confesarle que conocía su situación familiar...y que el que había encerrado a esos dos hombres en el sótano para que ella los matara, había sido él.