Náufragos Celestes

sábado, 10 de noviembre de 2012

Una polilla en mi ventana

Me tiré en la cama, no me podía mover, no quería saber nada por diez minutos, al mirar hacia afuera vi una polilla en mi ventana, su silueta era más oscura que la masa negra que formaba el cielo a aquellas horas...¿Está adentro o afuera? Agucé la vista en vano, las alas habían desaparecido por arte de magia, supuse que no estaba del lado interior del vidrio después de todo. Por las dudas encendí el velador y revise en derredor; nada, ni aquí ni allí...solo la lámpara y mis libros...¿Las polillas no comen libros no? ¡Claro que no! ¿Y si no es una polilla normal? Mmm -voy a tener que revisar- me dije. Levanté algunos libros y los abrí para ver si encontraba algún signo sospechoso en las hojas; nada, cero, ausencia, solo pensamientos con cuerpo de tinta...Dejé todo en su lugar salvo uno grandote que ocasionalmente estaba leyendo todas las noches antes de dormir, tenía algo distinto, peculiar, no me quedó otra opción que no sea comenzar a leer.
 Pasaron varios capítulos y me sentí encarcelada, de momentos sin esperanza y en otros revivía en mi el ansia de aventura...lo último que leí esa noche era algo así:

"(...)-¡Vos sois hijo mío Dantés!- exclamó el anciano-Sois el hijo de mi prisión. Mi estado me condenaba al celibato, y Dios os envió a mi para consuelo juntamente del hombre que no podía ser padre, y del preso que no podía ser libre.
 Y el abate tendió  el brazo que tenía libre y Dantés se arrojó a su cuello sollozando"

Suspiré y me pareció escuchar un eco, una vocecita casi imperceptible, me di vuelta y miré una vez más hacia fuera, no me sorprendió encontrarme nuevamente con una polilla en mi ventana...
-Era especial después de todo- pensé, y apagué el velador para dormir. En los días que siguieron la lectura nunca cesó, y para no sentirme tan sola, leí junto a la ventana...